sábado, 9 de septiembre de 2006

6. Cambio de colegio

Aquel año cambié de colegio para ir otro más moderno que Doña Rocío, la maestra de 5º nos había recomendado. Por supuesto yo iba becado y con mucho susto, que a mí estos cambios siempre se asustaron mucho.
Y vaya si era moderno. Varias horas cada tarde se dedicaban al tiempo libre, y para ello se disponía de biblioteca, sala de juegos, y, caprichos del destino, Sala de Música. No era más que un lugar con mesas y sillas, con acceso a un jardín interior, y con un equipo estereofónico muy de los 70, conectado a una red de altavoces que abarcaba todas las zonas de tiempo libre. Enseguida se me pasó el susto y a los dos meses de llegar allí, ya había conseguido reabrir la Sala de Música, que andaba abandonadita la pobre. Con el tiempo y algunos compañeros friquis, la convertimos en sala de audición. Los chavales de 11 o 12 años que se sentían atraídos por el pop y el rock’n’roll, se daban cita de tres a cinco, cada tarde en la sala de música. Traían discos propios, o de sus hermanos mayores. Yo lo organizaba todo, incluso tenía mis propias llaves para abrir y poner todo en marcha. Así que todos los días subía al autobús del colegio, con un par de libretas, quizá algún libro, una bolsa con 10 ó 20 singles, y la mirada recelosa de mi madre que nunca acabó de entender muy bien eso de que uno se fuera al colegio con más discos que libros.
Allí descubrimos cosas maravillosas. En el mueble del estéreo, habían algunos Lp’s propiedad del colegio. Un grandes éxitos de la Tamla Motown, otro de Aretha Franklin, y alguno más que no recuerdo. Al principio no les hicimos demasiado caso, yo aun tardaría unos cuantos años en descubrir la música negra y a Aretha.

Pedro, un niño gordo y grandón, muy mariquita, con quien aquel mismo año viví mi primera experiencia gruppie, tenía un hermano mayor que debía ser muy moderno. Gracias a él descubrimos a Los Ramones, a The Clash, y sobre todo, descubrimos un sonido nuevo que iba a marcar nuestra adolescencia sin posibilidad de escape. Era el sonido de Kraftwerk. Algo hipnótico porque provenía todo de máquinas, tenía una estética como plastificada y utilizaban palabras como “radioactividad” o “computadora”.


Kraftwerk "The Robots". Videoclip. 1978.

Oíamos mucha música y muy variada, y hablamos mucho de todo cuanto escuchábamos. Llegamos a ser entre diez y quince chavales los realmente interesados en buscar y en encontrar. Muchos más eran los que preferían disfrutar tranquilamente de nuestros hallazgos. Al segundo año, empezamos a publicar una pequeña revista donde contábamos nuestras cosas, hacíamos nuestras críticas de discos, publicábamos letras de canciones, y recomendábamos música de actualidad. No éramos los únicos, existía un taller de literatura con biblioteca propia, que también supo funcionar con éxito.
Yo provenía de la enseñanza pública tradicional, por lo que para mí fue un cambio importante que las chicas, con quienes siempre tuve muy buena relación, desaparecieran de mi entorno. Aunque pronto descubrí que algunos de mis compañeros estaban mucho más afectados que yo. Como Andújar, que era un chico pelirrojo con merecida fama de malo y metebullas, que por alguna razón desconocida para mí, era mi amigo. A mí me encantaba Andújar y a él le ponía mucho “Let’s groove” de Earth, Wind & Fire. Así que yo le ponía, le cantaba y hasta le bailaba el “Vamos a vacilar”, que así se llamó en España, todas las tardes. Cada muchacho tenía su canción favorita, y era yo quien podía hacerla sonar cada vez que quisieran. Era estupendo: a los chicos les gustaba la música moderna, así que les gustaba yo. Bueno, no es que les gustara yo, es que yo conocía sus necesidades mejor que nadie. Disfrutábamos mucho entonces de todo... incluso de la música.
Por supuesto decidí colmar las necesidades masculinas, y mi colección de singles empezó a crecer a buen ritmo. Al principio numeraba todos mis discos con un Dymo, con la cinta amarilla, que me regalaron por mi cumpleaños. Además les fabricaba una funda de papel como las de los lp’s, y las decoraba con mis rotuladores Carioca, con motivos basados en el diseño de las portadas originales. Fueron mis primeros pinitos en el diseño gráfico. Con el tiempo dejé de hacer las funditas de papel. No daba abasto.

Jorge y yo, ya éramos fans de Earth, Wind & Fire, porque éramos fans de todo lo que sonara como sintonía de la Vuelta Ciclista a España. Antes de Perico Delgado e Indurain, las vueltas se contaban por canciones, no por victorias. Una pena que este rítmico deporte, el ciclismo de elite, con sus drogodependientes nacidos para ser ídolos de los niños, perdiera su mejor razón de ser. Así que “September” de EW&F, “Goodnight tonight” de Paul Macartney & The Wings, “Stars on 45”, o el “Funkytown” de Lipps, Inc., nos hicieron descubrir el funk, el popdisco de calidad, el revival de los 60, y hasta el eurodisco que venía de Italia y Bélgica.
Lo de “Stars on 45”, fue una saga de lp’s basados en potpurris de temazos de los 60 y 70, enlazados con un ritmo funky light a base de palmas. Todos fueron importantes éxitos internacionales. El primero abarcaba el repertorio de The Beatles, y los siguientes fueron dedicados a Abba y a Stevie Wonder. Seguramente eran un horror, pero me fueron muy útiles entonces, hasta el punto de deber el nombre de este blog a aquellos discos. La nostalgia se ponía de moda, y cada tantos años reaparecían los mismos sonidos y las mismas melodías, actualizadas sin rubor alguno. Siempre ha sido así, y así siempre será.

Si Paul Macartney se había pasado a la música disco, todo parecía indicar que el furor del disco sound estaba llegando a su fin. Barbra Streisand y Donna Summer se encargaron de cerrar la edad de oro de las discotecas que yo aun no conocía, con la fantástica “No more tears (enough is enough)”. El disco sound se había reconvertido en espacial de la mano de Dee D. Jackson y su increíble “Automatic Lover”, desde Italia, La Bionda se adaptaba a los nuevos tiempos con “I wanna be your lover”, y desde Francia, Alain Chamfort triunfaba con “Manureva”. Estos últimos, temazos que han servido de fuente de inspiración, desde el tecnopop de los 80 al electroclash actual.



"No More Tears (Enough Is Enough)" Barbra Streisand/Donna Summer (1979)/"Automatic Lover" Dee D Jackson (1978).



"I Wanna Be Your Lover" La Bionda (1980). / "Manureva" Alain Chamfort (1980).


Mientras tanto, la fría electrónica alemana empezaba a flirtear con el pop británico: estaba naciendo el tecnopop y nos pillaba de lleno, en plena adolescencia absurda. Era maravilloso ser al fin testigo directo de algo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes el single original de "La Bionda"!! Qué bueno. Y tambien, poca incultura la mía, pensaba que la de "Automatic Lover" era de Jay Jay Johanson, y resulta que es una versión.
Por cierto, que vaya modernor de colegio, eso de una Sala de Audición es un lujo, que además veo que supísteis aprovechar. Qué envidia...

Acid Queen dijo...

Yo es que siempre he sido muy fan de La Bionda... Lo de "Automatic Lover" está puesto a posta sin referencias a Johanson, a ver quién se daba cuenta...