lunes, 23 de abril de 2007

16. El club de jazz

Nunca me lo había planteado, pero un trabajito de vez en cuando, así mientras sacas los estudios y eso, pues no venía nada mal. En casa no es que sobrara el dinero, ni mucho menos, y los discos no eran bien de primera necesidad. Entiéndaseme, sí para mí, pero no para el resto del mundo, incluida mi madre. Así que ya desde entonces adopté la postura de seguir sin buscar trabajo, pero no dejar pasar ninguna oportunidad laboral que se me ofreciera.

Joan Manuel, era un viejo amigo de la falla. Era un melómano empedernido por lo que me resultaba fácil conectar con él. Yo ya había hecho algunas cosas con él en lo de la radio. Joan Manuel adoraba a Donna Summer y a Diana Ross y las Supremes, algo que no siendo gay, tenía su mérito. Recuerdo unas fantásticas ediciones en vinilo doble que tenía y que cuidaba con esmero. El de las Supremes era plateado y espectacular. Posiblemente fue él quien me hizo escuchar por primera vez a las Supremes, y quien me abrió la puerta de la música disco. Ahí es nada.
"Stop! In the name of love" Diana Ross & The Supremes. Live TV. 1965.


Por entonces Joan Manuel ejercía de barman en un conocido club de jazz de la ciudad. Un sitio oscurito en todos los sentidos, al que se accedía a través de infinitas escaleras hacia abajo, como si se tratara de un viaje al centro de la tierra. Allí los socios y los visitantes escuchaban jazz y tomaban copas. La música en directo era habitual, y en ocasiones se llenaba de público para disfrutar de alguna estrella de renombre, momento en el que necesitaban a alguien que les echara una mano.

La primera vez que trabajé en el club de jazz, estaba de ayudante de Joan Manuel. Recogía los vasos por las mesas y llevaba las copas que él preparaba. Algo realmente complicado porque por curioso que resulte, el silencio era fundamental para el disfrute de la clientela, y no era plan de aparecer por allí pisando juanetes y removiendo la cristalería. Además yo ya por entonces era alérgico al silencio, y estar calladito más de diez minutos me resultaba traumático. Aquella noche actuaba una formación americana que si no recuerdo mal, se llamaba The St. Louis Rythm’n’Blues Band. Recuerdo que encargamos un catering para el camerino que ni probaron, y sobre todo recuerdo cómo me impresionó aquella música. Lo reconozco: yo nunca había visto ni supuesto nada igual. La música negra se estaba apoderando de mí para siempre, pero contemplar en vivo aquellas canciones, aquel sonido tan... real, y aquella manera de interpretar tan fantástica... Cómo sería mi entusiasmo que tras la barra, Joan Manuel me decía que mejor no me entregara tanto a la música, que se me notaba mucho y allí lo que hacíamos era trabajar. Pero yo no lo podía evitar.

Cuando terminó todo, estuvimos limpiando y ordenando el escenario y el camerino. A borde de escena, pegado en el suelo con celo, había una hoja de libreta escrita a rotulador. Era la lista de canciones que había tocado la banda y estaba llena de títulos totalmente desconocidos para mí.
Aun conservo aquel papel. Lo guardo dentro de un disco de Ike & Tina Turner que compré al día siguiente. Porque al día siguiente andaba yo con mi papelito por las tiendas de discos, para ver si alguna estrella del rythm’n’blues incluía en alguno de sus discos alguno de los temas de esa lista. De esa bendita lista que supondría para mí el pasaporte a músicas maravillosas. Hoy con el emule sería todo mucho más sencillo.

Aquel papelito incluía temas de los Allman Brothers, de Aretha Franklin. Incluía “I can’t stand the rain” de Ann Peebles, y un “Proud Mary” de la Creedence Clearwater Revival, pero al estilo negro, entre otras muchas maravillas. Con el tiempo descubrí que semejante bomba, formaba parte de los shows de Ike & Tina Turner, y era genial.

"Proud Mary" Ike & Tina Turner. Live. 1969.


En otra ocasión me llamaron para llevar la taquilla de la puerta. Aquella noche actuaba Tete Montoliu y esperaban un lleno absoluto. Así que ahí estaba yo solo, con la taquilla abierta y esperando a que llegara la muchedumbre a por su ticket. Los primeros en llegar fueron una pareja de señores mayores. Él con sombrero y bastón, y ella como de acompañante. Entraron sin mirar, sin saludar, y sin pagar, por lo que exclamé algo así como: “Oiga, oiga, que la taquilla está aquí”. Él ni se inmutó, y ella se giró sorprendida y dijo: “Pero si es el señor Montoliu”... Y yo me hice pequeñito como un garbanzo y me quise morir varias veces seguidas. Ni vi sus gafas negras, ni supuse que su bastón era un bastón de ciego.

Entraron, y ahí me quedé yo, con cara de gilipollas y levemente reconfortado al descubrir que semejante escena bochornosa había sido solo cosa de tres.
Aun así, tuve el atrevimiento de bajar tras cerrar la taquilla al final de la noche, y disfrutar de los últimos temas de su concierto. Nunca olvidaré aquel hombre, serio y casi inmóvil, dejando correr sus dedos por las teclas del piano y haciendo magia con las notas. Precisamente yo, que hasta entonces pensaba que los pianistas eran como Richard Clayderman o Mª Cruz Soriano. Puede parecer cobarde, pero estaba seguro que aunque quisiera, no podría reconocerme entre el público como el patán que había sido capaz de recriminarle por entrar sin pagar en su propio concierto.

En fin... el caso es que con Joan Manuel, que en realidad se llamaba Juanito, que para eso era de Albacete, habré tenido como dos millones de discusiones musicales: que si la salsa, que si el folk... y también como dos millones de musicales coincidencias: que si la música disco, que si el glam... Una vez un amigo común nos prestó una colección de cassettes de música brasileña, y entre ellas destacaba una grabación de Vinicius de Moraes, Toquinho y la cantante italiana Ornella Vanoni. Nos encantó y nos hicimos sendas copias. Casi veinte años después conseguí ese CD: “La voglia la pazzia l'incoscienza l'allegria” (1976), una joya absoluta que hoy vuelve a ser uno de mis favoritos de todos cuantos tengo, y un disco en común con Joan Manuel. Uno de tantos.


O. Vanoni /Vinicius de Moraes/Toquinho - Senza Paura (1976)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Entre todos los que nombras Ike & Tina Turner me gustaba mucho en mi adolescencia y la versión del clásico “Proud Mary" la hacía sonar miles de veces en casa… De Ornella Vanoni tengo vinilos de mi padre pero no me llegaban tanto, prefería los de Mina…

A Vinicius de Moraes y a Toquinho los conozco por La Fusa, el disco me lo pasó el compañero de piso de una amiga que era brasileño. Vivian en Barcelona y cuando me quedé en su casa mientras él hacía el desayuno nos despertaban esos sonidos de bossanova por la mañana… ¡Qué recuerdos!